Peter Jackson
Es Hijo único de Joan
y Bill Jackson, sus padres le regalaron una cámara súper 8 la Navidad de 1969.
Poco después vio fascinado en televisión elKing
Kong de 1933 y el abstruso
filme de animación El Señor de los anillos (Ralph Bakshi, 1978), que le impulsó a
leer la trilogía de Tolkien.
Desde entonces soñó
con que algún día llevaría estas historias a la pantalla con todos los honores,
y en 1983 dio el primer paso hacia su concreción. Mientras trabajaba en el
periódico The Evening Post de la capital neozelandesa, adquirió una cámara de
16 mm y con ella y la ayuda de sus amigos empezó a trabajar los fines de semana
en un cortometraje que, al final, se convirtió en un largo. Así nació, tras
cuatro años de rodaje, Mal gusto (Bad
Taste, 1987), que recorrió festivales y se convirtió en título de culto.
Ese mismo año se casó
con Fran Walsh, su más estrecha colaboradora, y el tándem funcionó de maravilla
en títulos como El delirante mundo de los Feebles (Meet
The Feebles, 1989) o la decididamente gore Tu
madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992).
El realizador
neozelandés se iba haciendo un nombre en el cine fantástico y de terror, y
sorprendió a medio mundo con Criaturas celestiales (Heavenly
Creatures, 1994), un thriller basado en hechos reales (en el que se
retrataba con sorprendente sensibilidad el caso de dos adolescentes matricidas
de su país) por el que recibió el León de Oro del Festival de Venecia de 1995.
Una de sus protagonistas fue la entonces desconocida Kate Winslet, que se haría
archifamosa después con Titanic, de James Cameron. En
1995 se trasladó a Hollywood. Tras el falso documentalForgotten
Silver, la pobre repercusión que obtuvo la película Agárrame
esos fantasmas (The Frighteners, 1996) condujo al director a la
realización de una de sus dos grandes obsesiones. Devoto
de la obra de Tolkien, Jackson fue poco a poco perfilando una versión
cinematográfica de El señor de los anillos, la gran obra del escritor de
origen sudafricano. Ya se habían realizado algunas (la más destacada fue la
rodada por Ralph Bakshi en 1978, en la que se mezclaban actores con dibujos
animados), pero ninguna de ellas había destacado por su calidad ni por su
eficiente adaptación de la obra. Consciente de la dificultad de llevar a la gran
pantalla el universo de Tolkien, Jackson esperó a que las nuevas tecnologías
estuvieran lo suficientemente avanzadas para forjar en imágenes su particular
visión del libro.
Jackson reunió un
equipo de trabajo espectacular y multitudinario que comenzó a trabajar en Nueva
Zelanda, donde los espectaculares paisajes de unas tierras prácticamente
vírgenes sirvieron de digno escenario para crear la "tierra media"
que imaginó Tolkien. Consiguió la financiación necesaria para llevar a cabo el
proyecto y contrató a los mejores expertos en infografía que pudo para comenzar
a trabajar con los actores. Muchos de ellos eran prácticamente desconocidos y
se convertirían luego en rutilantes estrellas: Cate Blanchett, Orlando Bloom, Elijah Wood, Liv
Tayler o Viggo. Otros eran veteranos ilustres que
aportaban su prestigio: Christopher Lee, Ian McKellen o John Rhys-Davies.
Con
la infografía creó enormes ejércitos, tomas de batallas, ciudades
inimaginables, criaturas imposibles y todo un universo de detalles que
complementan los exteriores naturales y que dotan a las tres cintas de una
fuerza impactante. De entre las recreaciones por ordenador destaca Góllum, un
personaje central de la novela que fue diseñado artificialmente a través del
movimiento de un actor de carne y hueso, Andy Serkis, al que el realizador hizo
aparecer en pantalla al comienzo de la tercera parte como reconocimiento a su
esfuerzo.
Jackson llevó a las
salas una epopeya espectacular como pocas se habían visto en la gran pantalla.
Los sucesivos estrenos (La comunidad del anillo en 2001, Las dos torres en 2002 y El retorno del rey en 2003) fueron vistos por
millones de espectadores que abarrotaban los cines y esperaban ansiosamente la
siguiente entrega. Los más críticos con el director (entre los que se
encontraban, por supuesto, los seguidores más puristas de la obra de Tolkien)
hubieron de reconocer que, les gustara o no, la saga del anillo se había
convertido en un fenómeno de masas gracias a las adaptaciones de Jackson.
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